El miércoles pasado
volvimos a visitar una mazmorra en SBH. La partida la organizó Nacho, y
nos pareció realmente divertida. Jugamos Kike, Nacho y yo.
La idea era
la siguiente: tres facciones neutrales entre ellas se reunían
en un poblado amurallado. En su interior, solo podían entrar 100 puntos
de miniaturas, una de ellas obligatoriamente un líder. Además, cada banda elegía a un
representante para a acompañar a dos guardias del poblado al interior de la mazmorra local, donde tenían que encontrar una gema
mágica que podía cambiar el transcruso de una futura guerra. El resto de
la banda quedaba fuera del mapa, esperando el desenlace de la
expedición, y cada miniatura tiraría un dado para determinar el lugar de aparición.
Este fue el
origen de un bizarro grupo de aventureros formado por un halfling
guerrero (Nacho), un enano del caos guerrero (Kike) y un goblin arquero
(yo), acompañados de los dos guardias locales, unos guerreros humanos que controlábamos entre todos.
Esta era la mazmorra
Cada una de nuestras
miniaturas tenía una carta con una misión secreta escogida al azar; el
halfling tenía que asegurarse de que los dos guardias volvieran con vida,
ya que sospechaban algún tipo de traición.
El enano del caos tenía que asesinar a los dos guardias porque tenía
algún interés en que todo saliera mal (ganaba dos ataques con la regla
asesino, y ojo, que iba con Combate 4 de base). El goblin tenía que
robar la joya (ganaba la habilidad Escurridizo
y tenía en su poder un mapa de la mazmorra en la que se indicaban
ciertas trampillas a modo de atajo. Para robar la joya, tenía que gastar una acción
al lado del guardia encargado de devolver la joya a la superficie).
En la entrada nos esperaba un hombre de lodo
Sabíamos que la
mazmorra estaba habitada por una peligrosa criatura y por una gran
alimaña. Además, era el refugio de unos extraños seres de lodo. Cada vez
que entrabamos en una sala se tiraba en una tabla
para ver qué tipo de ser de lodo aparecía. Por último, al final de cada
turno, un par de guardias de lodo se sumergían en el barro de la
mazmorra para aparecer en un pasillo aleatorio. Si coincidían con intrusos, alertarían al resto de sus
compinches (1d3), e iniciarían un combate.
Este hombre de lodo tenía mejor protección que el resto
La exploración de la
mazmorra empezó mal. El halfling cayó en el primer intercambio de
tortas, pero luego fue todo bastante bien hasta que llegamos a la cámara
principal, evitando parte del recorrido en forma
de S y, por lo que parece, tambien a las criaturas más poderosas. Allí
encontramos a un mago y a un guerrero de lodo, acompañados de su
cacique, que tenía entre sus manos la deseada gema. Descubrimos que esta
tenía el poder de invocar a un guerrero de lodo una vez
por turno.
El jefe de la mazmorra con sus secuaces
La lucha fue dura, pero al final, ganamos
Aquí el combate fue más
complicado, y cayó el primero de los guardias, pero conseguimos acabar
con los demonios. En ese momento, revelé mi carta especial, y aproveché 2
éxitos en la activación del goblin, que
había sido un inútil total hasta ese momento, para robar la gema y
correr hacia una de las trampillas.
¿Quién confiaría en un tipo con esta cara?
Con Calidad 4, el goblin estaba obligado a sacar buenas tiradas de activación, ya que el enano
del caos y el guardia tenían Q3 y el mismo movimiento que el goblin
(Mov. Medio). En solo un turno, los perseguidores se pusieron a unas
pocas casillas del ladrón, y en el siguiente apareció
un guardia de lodo en el pasillo por donde se escabullía el goblin. Lo peor de todo es que también llegó el enano con la furia de un toro, y gastó
uno de sus ataques de Asesino para acuchillar a mi pobre goblin. Sin
embargo, el bichejo tuvo la suerte de librarse
de una muerte casi segura empatando el combate sacando un 6.
Justo antes de desaparecer con la gema robada
En el siguiente turno, la fortuna
volvió a sonreir al pequeño goblin. Logró
activarse 3 veces y aprovechó su “escurridicidad” para salir pitando hacia
la trampilla secreta que conducía al exterior,
marcándose un calvo hacia el enano justo antes de desaparecer en el
agujero de la salida.
La semana que viene continuaremos fuera de la mazmorra, a ver qué es lo que ocurre.
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