jueves, 27 de febrero de 2020

Retrogaming - Warhammer Quest (IV)

Debido a diversos eventos de la vida real, me salté la entrada de la partida de Warhammer Quest de hace dos semanas. Intentaré retomar el hilo.

Aquí los jugadores, cortesía del master

El caso es que abandonamos la mazmorra para visitar la aldea más cercana y, dicho sea de paso y, sobretodo, para subir de nivel al bárbaro de Kike. Tras algunas anécdotas en la civilización, mi clérigo ganó una herida permanente tras descubrir una magnífica sauna natural. Poco después volvimos a la mazmorra para descender al segundo nivel.

Nos recibió una horda zombi que casi no cabía en la mesa, pero insistimos en nuestro empeño de no dejar cabeza sobre cuello de todo bicho con el que nos topemos. Más adelante encontramos tras un pozo una puerta cerrada con cadenas y con dos enormes candados. Cerca había una trampilla con un prisionero al que liberamos a regañadientes. No nos fiábamos de él. Yo continúo pensando que es el malo de la mazmorra polimorfizado... Retomamos la exploración y nos vimos encerrados en una sala llena de necrófagos que se llenaba de arena cual reloj de arena. Por suerte, acabamos con los malos antes de que la arena dejara de caer cuando ya nos llegaba al cuello. Ya más calmados, encontramos una trampilla en lo alto que conducía a otro pasadizo. En él habían varias puertas, una de las cuales conducía a una sala con un sarcófago y una espada clavada en el suelo al más puro estilo Excalibur.

Ahí es donde empezamos ayer, Carlos, Edgar, Juli, Nacho y yo, más Roger como master. Cuando el enano tocó la espada, apareció una momia de nada más y nada menos que 40 puntos de heridas, acompañada de un séquito de esqueletos.

La imponente momia y los héroes cagados de miedo


La lucha fue dura, especialmente por nuestras malas tiradas, pero al final acabamos con los No Muertos. En la sala del sarcófago había una puerta que conducía a una sala llena de urnas funerarias. Como buenos aventureros, nos lanzamos a saquearlas. Tuvimos suerte y conseguimos bastante equipo, incluyendo 6 pociones de curación y una buena provisión de vendas. 

En pleno saqueo de urnas


Luego continuamos la exploración hasta que llegamos a una gran sala presidida por un gran ídolo de Khorne. A su lado merodeaba el chamán orco con quien ya nos enfrentamos en el primer nivel de la mazmorra, pero delante tenía una barrera de 4 Guerreros del Caos con quienes estaba tramando algo. La situación era precaria, los Guerreros del Caos son unos tipos muy resistentes, pero el asesino de Juli se dio cuenta de que en realidad solo había uno, siendo los otros 3 una especie de ilusión muy real. Al acabar con él guerrero real, se abrió camino para llegar al chamán, que recibió un buen golpe de Abraxas (así se llama mi clérigo) antes de desaparecer mediante algún tipo de teleportación. A todo esto, apareció otra momia alertada por el ruido, pero estando sola, nos la acabamos rifando. Con la sala ya en calma, optamos por examinar de cerca el ídolo demoníaco, y tras saquear un tesoro oculto a sus pies y copiar un mapa de la mazmorra grabado en su base, pusimos pies en polvorosa huyendo de los rayos que empezó a dispararnos desde sus ojos. 


La barricada de guerreros del caos con el chamán orco al fondo




No he mencionado que entre los restos de los bichos caídos encontramos dos llaves que parece que pueden abrir la puerta encadenada, con lo que decidimos retroceder hacia ella. Sin embargo, no pudimos resistir la tentación de abrir otra puerta. En su interior encontramos lo que parecían los restos de un estudio de un nigromante o algún otro brujo descorazonado. Ahí lo dejamos. La semana que viene, más.

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